“Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4).
El 27 de enero se conmemora el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, en recuerdo de la liberación de los campos de exterminio nazis. Esta fecha no solo honra a los millones de vidas perdidas, sino que también sirve como una advertencia a las futuras generaciones sobre los horrores del genocidio y la devastación que el odio y el mal pueden provocar.
El Holocausto es, sin duda, uno de los capítulos más oscuros de la humanidad. El asesinato sistemático de seis millones de judíos, junto con gitanos y otras minorías, es una de las mayores catástrofes morales de la historia. No se trató solo de un psicópata al mando, sino de toda una sociedad que recibió la "solución final" como una forma legítima de acción. Este genocidio, conocido como Shoá (que significa "La catástrofe"), no fue simplemente una atrocidad histórica, sino la manifestación extrema de lo que el mal puede hacer cuando infecta los corazones humanos.
La Shoá es una triste grabación de cómo el pecado y el mal pueden distorsionar nuestra percepción del prójimo y desdibujar la imagen de Dios en otros. Lo que ocurrió en la Alemania nazi, bajo el pretexto del arrianismo y la supremacía racial, no fue más que una repetición del patrón de exaltación propia a expensas de la humillación de otros, un reflejo de la rebelión original de Satanás contra Cristo.
El versículo de Isaías 2:4 nos señala hacia el futuro glorioso que nos espera cuando el Reino de Dios se establezca plenamente. En ese tiempo, el odio y la guerra serán cosas del pasado, y las armas de destrucción se transformarán en herramientas de paz y esperanza. Lo que hoy parece una pesadilla interminable se convertirá en un mal recuerdo, mientras disfrutamos de la armonía y la paz original que Dios diseñó para su creación.
A medida que recordamos las atrocidades del pasado, también debemos mirar hacia adelante con esperanza. Un día, las guerras, el odio y la maldad no serán más. Dios promete un tiempo en el que toda creación vivirá en paz.
Llamado:
Mantén viva la esperanza de que un día el mal será erradicado para siempre y viviremos en un universo lleno de amor y paz.