"La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." (Romanos 10:17)
La vida de fe de Jorge Müller es un testimonio inspirador de confianza en Dios. Aunque nunca pidió ayuda directamente a las personas, siempre dependió del auxilio divino. En numerosas ocasiones, se acostaba por la noche sin saber qué comería al día siguiente, ni él ni los cientos de huérfanos a su carga. Aun así, cuando le preguntaban si lograba dormir bien en medio de esa incertidumbre, siempre respondía: "Siempre" . En momentos, cuidaba de hasta dos mil huérfanos, pero su confianza en las providencias de Dios jamás se quebrantó.
Un día, un amigo le preguntó a Müller cuál era el secreto de su fe. Él levantó su Biblia y dijo: "He leído este libro entero cien veces. Conozco el Libro y conozco al Dios del Libro" . Su fe no cirugía de esfuerzos personales o mera voluntad, sino de su continua inmersión en la Palabra de Dios. Al beber diariamente de la fuente de la verdad, Müller renovaba y fortalecía su confianza en el cuidado divino.
Este principio también fue descubierto por R.A. Torrey al inicio de su ministerio. Decidió que necesitaba más fe para realizar grandes obras para el reino de Dios. Sin embargo, al intentar generar esa fe por sí mismo, fracasó.
Fue solo cuando comprendió que "la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios" que comenzó a nutrirse de la Escritura, y su fe creció de manera proporcional a su inmersión en la Palabra.
En el campo de batalla espiritual, el cronista Wickham Steed describió cómo, en un conflicto en el norte de África, un comandante recibió la orden de "luchar hasta el último hombre y hasta el último cartucho" . Aunque intentó cumplir con su misión, días después se rindió, junto con doscientos mil soldados y abundante equipo belico. ¿Qué pasó? El comandante perdió la fe en la victoria. Cuando la fe en la victoria se desvanece, las fuerzas de resistencia inevitablemente se derrumban.
En nuestra lucha espiritual, muchos abandonan la batalla desalentados, no por falta de recursos, sino por falta de fe. El descuido de la lectura de la Biblia nos priva de la fortaleza que necesitamos para seguir adelante. La fe no se genera de la nada, ni es una habilidad innata; es el resultado de una vida inmersa en la Palabra de Dios, que alimenta y fortalece el espíritu para enfrentar cualquier desafío.
Llamado:
Decide cultivar tu fe mediante la lectura de la Biblia. No permitas que el desaliento o las dificultades te hagan perder de vista las preciosas promesas de Dios.