“No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6: 9).
Cada vez que escuchamos el término “médico misionero”, tendemos a pensar en un médico que viaja a pie, en barco o en avión a pueblos remotos, arriesgando su vida para brindar atención médica a grupos de personas no alcanzadas. Pero no es solo la selva la que necesita misioneros. ¡Las zonas urbanas también los necesitan!
Esa fue la experiencia del Dr. George H. Rue, quien dedicó la mayor parte de su vida a servir como médico misionero en Seúl, la capital de Corea del Sur. El Dr. Rue y su familia llegaron a la ciudad de Sunan en 1929. Poco después, se mudaron a Seúl, donde abrieron una clínica. El Sanatorio de Seúl (más tarde Hospital de Seúl) comenzó como una institución médica de ocho camas. Los fondos recaudados de las ofrendas del decimotercer sábado de 1935 allanaron el camino para la construcción de un pequeño hospital de ciento treinta y ocho camas poco después.
Estos esfuerzos incansables llamaron la atención del entonces presidente Rhee, quien reclutó al Dr. Rue como su médico personal. Pero en 1950, debido a la Guerra de Corea, el trabajo del hospital tuvo que detenerse. El doctor Rue se desplegó en el sur del país para atender a los refugiados y abrir nuevos hospitales. Con el corazón roto por el creciente número de huérfanos, él y su esposa se sintieron obligados a abrir un orfanato. En 1954, el presidente Rhee otorgó al Dr. Rue la Medalla de la República de Corea, el premio más alto que puede recibir un civil por su servicio a la nación.
Milagrosamente, el Hospital de Seúl seguía en pie al final de la guerra, aunque muchos otros edificios estaban en ruinas. ¿Cómo pudo ser? Más tarde, alguien le dijo al Dr. Rue que un oficial norcoreano de alto rango había sido su paciente, y mientras se llevaba a cabo la invasión de Seúl, el oficial había ordenado a sus soldados que no tocaran el hospital.
La historia del Dr. Rue es solo una de los cientos de otras historias sobre lo que se está haciendo con las ofrendas para la Misión Mundial.
Llamado:
Parte de nuestras ofrendas regulares de este sábad se destinarán al fondo de Misión Mundial para apoyar el ministerio de más de cuatrocientas familias misioneras. ¡Gracias de antemano por tu generosa ofrenda!