“Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5: 17).
Uno de los principios más importantes de la adoración verdadera podría expresarse con estas palabras: “Adorar es hacer la voluntad de Dios, no la mía”. Cuando Jesús vivió en la tierra como hombre, dijo: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6: 38).
Hay una historia en el libro de Éxodo que nos ayuda a entender la profundidad de este principio. El texto bíblico nos dice: “Tres veces en el año se presentará todo hombre tuyo delante de Jehová, el Señor, Dios de Israel. Yo arrojaré de tu presencia a las naciones y ensancharé tu territorio. Nadie codiciará tu tierra cuando subas tres veces al año a presentarte delante de Jehová, tu Dios” (Éxodo 34: 23, 24).
A través de Moisés, Dios instruyó a los israelitas que tres veces al año, en la misma fecha de cada año, todos los hombres y los que podían viajar debían salir de sus casas e ir a Jerusalén para celebrar una fiesta dedicada al Señor.
Los israelitas estaban rodeados de tribus feroces, deseosas de tomar su tierra. ¿Qué impediría que sus enemigos se lanzaran sobre estas casas desprotegidas y las devastaran a fuego y espada?
¿Qué impediría que el país fuera invadido? Dios había prometido proteger a su pueblo. Aparentemente, sería más seguro quedarse en la ciudad para protegerla, pero solo la obediencia a la voluntad expresa de Dios podría hacer que sus ciudades fueran seguras.
Imagínense miles de israelitas dirigiéndose a la santa convocación en Jerusalén, cantando el salmo de peregrinación que decía: “Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guarda la ciudad, en vano vela la guardia” (Salmo 127: 1).
Esta historia nos enseña que la adoración es hacer la voluntad de Dios, incluso cuando no parece seguro. Alguien puede decir: “Si quiero mantener mi trabajo, es mejor que guarde el domingo en lugar del sábado. Es más seguro de esa manera. Cuando no te sientas seguro guardar el sábado, recuerda que adorar es hacer la voluntad de Dios, no la tuya.
Llamado:
Cuando no te sientas seguro siendo fiel con los diezmos y las ofrendas, recuerda que Dios le dijo al pueblo de Israel que solo estarían seguros si hacían lo que Dios había mandado.