"El Dios delante de quien anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac; y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra." (Génesis 48:15-16)
Jacob estaba en los últimos días de su vida cuando llamó a José y a sus hijos, Efraín y Manasés, para bendecirlos. En este momento solemne, Jacob recordó cómo Dios había sido su guía y protector a lo largo de toda su vida. Su testimonio resaltó la fidelidad de Dios y su deseo de que esa bendición continuara en las siguientes generaciones.
En un giro inesperado, Jacob cruzó las manos y dio la mayor bendición a Efraín, el menor, en lugar de Manasés, el primogénito (Génesis 48:17-19). José intentó corregirlo, pero Jacob afirmó que Dios había escogido a Efraín para un propósito mayor. Esto nos recuerda que Dios no actúa según nuestras expectativas humanas, sino según Su perfecta voluntad.
Dios desea que seamos instrumentos de bendición para las generaciones futuras. Así como Jacob impartió su bendición con fe en las promesas de Dios, nosotros también podemos transmitir a nuestros hijos y a quienes nos rodean un legado de fidelidad y confianza en el Señor.
"Los padres y madres deben comprender su responsabilidad de guiar a sus hijos en el camino del Señor. Las bendiciones que Dios ha prometido a los fieles no son solo para ellos, sino también para su descendencia." (Patriarcas y Profetas, p. 216)
Oración:
Señor, gracias por Tu fidelidad a lo largo de las generaciones. Ayúdame a ser un canal de bendición para mi familia y para todos aquellos a quienes guías a mi lado. Que mi vida refleje Tu amor y mi testimonio inspire a otros a seguirte. Amén.