“No permitas que nadie te subestime por ser joven. Sé un ejemplo para todos los creyentes en lo que dices, en la forma en que vives, en tu amor, tu fe y tu pureza” (1 Timoteo 4:12).
Al principio puede parecer imposible cumplir la instrucción de Pablo: Timoteo no debía permitir a ninguno menospreciar su juventud porque no podía controlar las actitudes de los demás. Aun así, cuando se combina con la última parte del versículo, el punto que establece Pablo queda claro. Timoteo no debía intimidarse a causa de su relativa juventud o lo que otros pensaran de ella. En lugar de eso, tenía que demostrar madurez viviendo una vida piadosa que lo constituyera en modelo para otros cristianos en todas las áreas de su vida: palabra, conducta, amor … fe y pureza.
La palabra “pureza”, en este caso, proviene del griego jagneia “limpieza moral”. Cuando Pablo aconseja a Timoteo, probablemente este aún no tenía 35 años; sin embargo, supervisaba a numerosos ancianos (1 Ti 5:1, 17, 19). De este pasaje (4:12–16) algunos han llegado a la conclusión de que Timoteo era tímido y callado por naturaleza; inclinado más a obedecer que dar órdenes, y que el consejo de Pablo tenía el propósito de corregir ese supuesto defecto.
La juventud no debe ser una barrera que impida disfrutar de una rica comunión espiritual con Dios; asimismo, la edad avanzada no es una garantía de un sano pensar o de una consagración completa. Según Pablo, los hombres deben ser juzgados por haber santificado sus talentos y no por normas arbitrarias como la edad.
En una época en el que los griegos, como también los judíos, veneraban la sabiduría de los hombres maduros; ser dirigente y estar a cargo de personas mayores a su edad era un desafío para el joven Timoteo. Por eso, Pablo quiere enfatizar que el carácter y conducta del líder también influyen.
Aprendemos que el líder espiritual no gana su autoridad por imponerse o reclamar su posición. El respeto y el liderazgo se ganan cuando se es un hombre de Dios que vive la palabra de Dios. Sólo en la medida que el discípulo sea moldeado a la imagen de Cristo puede anunciar con su vida las virtudes de Dios.
Llamado:
Tenemos la tarea de manifestar al mundo el carácter y gloria de Dios a través de nuestras vidas y palabras. Esto no se logra por el mero esfuerzo humano, sino como resultado de una vida que contempla a Jesús a través del relacionamiento diario e íntimo con Él. Es nuestro privilegio tenerlo cerca de nosotros todos los días (24/7).
Pidamos en oración ferviente para que podamos percibir su presencia y así ser moldeados a su semejanza.