"Y he aquí el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen."
(Éxodo 3:9)
Moisés sabía que Dios lo había llamado para liberar a Su pueblo. Pero en su juventud, intentó cumplir ese propósito a su manera y en su tiempo. Mató a un egipcio, pensando que estaba haciendo justicia… y terminó huyendo al desierto durante 40 años.
Este relato nos recuerda que el propósito de Dios no puede cumplirse por medios humanos. La obra divina requiere el tiempo, el modo y la dirección del cielo. Cuando tomamos las riendas por nuestra cuenta, podemos alejarnos más del plan en lugar de acercarnos.
Elena de White escribió: “Moisés pensó que debía actuar por su propia mano para hacer justicia. Dios tuvo que llevarlo al desierto para enseñarle a depender de Su poder.”
(Patriarcas y Profetas, p. 246)
A veces, nuestra impaciencia nos lleva a adelantarnos a Dios. Pero Él es paciente y, como a Moisés, nos guía con amor, aun cuando necesita reeducar nuestro corazón.
Invitación:
Hoy, suelta el control. No intentes forzar lo que solo Dios puede hacer. Confía en Su tiempo, Su forma y Su poder. Él no necesita tu fuerza… necesita tu obediencia.