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Culto

Vespertino

15 de Abril
La espada afilada de Jehová
“Y por cuanto he de talar de ti al justo y al impío, por tanto, mi espada saldrá de su vaina contra toda carne, desde el mediodía hasta el aquilón.” Ezequiel 21:4
En una ciudad antigua, gobernada por un rey justo pero rodeada de enemigos, se levantaba una imponente muralla que protegía a sus habitantes. Sin embargo, a medida que pasaban los años, la corrupción y la injusticia comenzaron a infiltrarse en la ciudad, debilitando su fundamento moral y espiritual.

El rey, consciente de la creciente decadencia de su reino, buscó el consejo de los profetas. Uno de ellos, inspirado por el Espíritu de Dios, proclamó un mensaje de advertencia y juicio sobre la ciudad y su liderazgo.

"El Señor ha sacado su espada de su vaina", anunció el profeta con solemnidad. "El juicio divino está sobre nosotros debido a nuestra rebelión y maldad. Pero aún hay esperanza para aquellos que se vuelvan a Dios en arrepentimiento y humildad".

A pesar de las advertencias del profeta, muchos en la ciudad se burlaron y rechazaron su mensaje, confiando en su propia fuerza y en las murallas que los rodeaban. Sin embargo, otros escucharon y respondieron con corazones quebrantados, buscando el perdón y la misericordia de Dios.

Con el tiempo, los enemigos sitiaron la ciudad y las murallas que una vez la protegieron fueron derribadas. Pero aquellos que habían buscado refugio en Dios encontraron seguridad y protección en medio de la calamidad. A través del juicio, Dios preservó un remanente fiel que se convirtió en luz y esperanza en medio de la oscuridad.

Con esta historia hemos querido ilustrar el mensaje del capítulo 20 de Ezequías, cómo el juicio divino puede venir sobre aquellos que se apartan de Dios, pero también muestra la esperanza y la protección que se encuentran en él para aquellos que confían en su fidelidad y buscan su rostro con sinceridad y humildad.

Llamado
Que, al reflexionar sobre este capítulo, reconozcamos la seriedad del juicio divino sobre el pecado y nos volvamos sinceramente a Dios en arrepentimiento y humildad. Y que proclamemos su verdad y su gracia a otros, invitándolos a encontrar esperanza y salvación en Cristo.
Resumen y Compromiso
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