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Culto

Vespertino

17 de junio
Los principios eternos de Dios
"Así me mostró el Señor Jehová: y he aquí, el Señor Jehová llamaba para juzgar con fuego; y consumió el gran abismo, y devoró la heredad." Amós 7:4
En el capítulo 7 del libro de Amós, el profeta presenta una serie de tres visiones y la interacción con el sacerdocio de Amasías. El capítulo enseña acerca de la misericordia divina, los principios y normas inmutables por los cuales se juzga al pueblo de Dios. También muestra la experiencia de Amós, ejemplo de fidelidad al Señor y a la misión.

Las tres visiones, donde el profeta Amós intercede por el pueblo de Israel nos enseñan que Dios quiere dejar muy claro que incluso si Él renuncia a destruir a Israel por completo, los principios morales que Él ha dado y los estándares por los cuales Él juzga a Su pueblo no pueden cambiar, no son negociables o flexibles, el pueblo debe conformarse a estos estándares y no al revés.

En la siguiente sección del capítulo el sacerdote Amasías envía un mensaje al rey para acusar a Amós de haberse levantado contra la casa de Jeroboam, mostrando que el pueblo "no podrá sufrir todas sus palabras" (v. 10). Entonces Amasías le dice al profeta que salga de Betel y profetice en Judá, y el profeta responde: "Yo no fui profeta, ni hijo de profeta, sino pastor de ganado y cultivador de sicómoros" (v. 14), indicando que no es profeta en un sentido profesional, su sustento no depende de ello, sino que simplemente entrega el mensaje que Dios le ha dicho que dé.

El capítulo muestra la gran misericordia de Dios, él no quiere destruir a su pueblo, sino que quiere que se vuelva de sus malos caminos. Sin embargo, los principios por los cuales Él juzga al mundo son inmutables, así como el albañil debe ajustar el edificio a la plomada, la vida del Hijo de Dios debe conformarse a las normas divinas, Sus principios no son relativos ni flexibles; son eternos e inmutables.

Haríamos bien en evitar la actitud de Amasías, que quiso quitar el mensaje y la llamada divina, y seguir el ejemplo del profeta Amós, que, a pesar de las amenazas y los peligros, permaneció fiel a Dios y a la misión, porque la promesa de Dios es fiel: «Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida» (Ap 2, 10).

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