Culto

Vespertino

19 de marzo
Jesús nuestro abogado
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2).
El apóstol Juan nos habla con ternura, llamándonos "hijitos míos". Con esto, nos recuerda el amor de Dios y su deseo de guiarnos como un Padre cuida a sus hijos. Su mensaje es claro: Dios nos llama a vivir en santidad, lejos del pecado. Sin embargo, como seres humanos, nuestra naturaleza nos hace propensos a fallar. Juan no dice "si pecan", sino "si algún hubiere pecado", dejando en claro que la caída no es inevitable, pero sí una posibilidad real. Y si ello aconteciera, no estamos solos ni sin esperanza. Jesús es nuestro abogado ante el Padre. En términos legales, Cristo nos representa ante Dios, intercediendo por nosotros.

Elena G. White declara: “Cristo cumplió las exigencias de la ley en favor de la raza caída. Se convirtió en sustituto y garantía del hombre, revistiéndolo con su propia justicia inmaculada. En Él, el hombre queda reconciliado con Dios” (Fe y Obras, pág. 70). Esto nos recuerda que no hay pecado demasiado grande que Jesús no pueda perdonar. Su gracia está disponible para todo aquel que se arrepiente y confía en Él.

Jesús no solo nos defiende con palabras; Él pagó el precio de nuestra redención con su propia sangre. Mientras el pecado nos separa de Dios Jesús nos reconcilia con el Padre. Mientras el pecado nos hace culpables, Jesús toma nuestra culpa y nos justifica. Mientras el pecado nos condena, Jesús nos ofrece perdón y vida eterna. Cada vez que confesamos nuestros pecados con sinceridad, su sacrificio nos limpia y nos restaura.

Llamado:
Dios nos llama a vivir sin pecado, pero también nos ofrece esperanza cuando fallamos. En Jesús encontramos perdón, restauración y fuerza para seguir adelante. Permite que Jesús sea tu abogado y mediador ante el Padre.
Resumen y Compromiso
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