Culto

Vespertino

21 de febrero
Fiel a toda prueba
“Mientras lo apedreaban, Esteban oró: ‘Señor Jesús, recibe mi espíritu’. Cayó de rodillas gritando: ‘¡Señor, no los culpes por este pecado!’ Dicho eso, murió” (Hechos 7:59, 60).
En ciertas ocasiones, la fidelidad puede tener un costo elevado. Para Esteban, el precio fue su propia vida. Las personas como él prefieren enfrentar el apedreamiento a hacer una entrega parcial a Dios. Es evidente que no todos seremos llamados a ar consecuencias extremas como Esteban; pero, si eso ocurre, que nuestro único objetivo sea glorificar a Dios.
Los mejores sermones no siempre terminan con aplausos. Un discurso Cristo céntrico no cuesta poco; de hecho, cuesta todo. No importa si el precio es el sufrimiento o la propia vida; quien es fiel a Dios busca cumplir la voluntad del Salvador en todo momento, independientemente de las circunstancias.
Escuché una vez que la confianza del mártir es concedida por Dios en el momento de la necesidad. Sin embargo, creo que esa confianza se construye mucho antes, en las decisiones del día a día. Si hoy se nos hace difícil hacer lo mínimo por Dios, ¿qué nos hace pensar que entregaremos nuestra vida por él cuando se nos exija?

Reflexiona un poco sobre algunos aspectos de tu vida: la fidelidad en los diezmos y las ofrendas, la observancia del sábado, el testimonio personal, el cuidado del cuerpo, el uso adecuado de las palabras... ¿Estás siendo fiel a Dios en estos puntos? Esta pregunta es importante, porque, si no estamos dispuestos a vivir por Jesús, es difícil que tengamos el valor para morir por él.
Hoy vivimos en un período de tanta debilidad en el cristianismo que cualquier desafío nos molesta. No debemos añorar el período de los martirios, ni provocar que vuelvan, pero debemos pedirle a Dios que, si nuestra historia cristiana llega a esos momentos, nos dé fuerzas para no rendirnos.
Al comentar sobre el martirio de Esteban, Elena de White escribió: “La escena que lo rodeaba desapareció de su vista; los portales del Cielo se abrieron de par en par y Esteban, al contemplar en su interior, vio la gloria de la corte de Dios y a Cristo, como si acabara de levantarse de su trono, que estaba de pie listo para sostener a su siervo que estaba a punto de sufrir el martirio por su nombre” (La historia de la redención, pp. 264, 265).

Llamado:
¿Estarías dispuesto a vivir y morir por tu Salvador?
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