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Culto

Vespertino

21 de Abril
Hundido en lo profundo del mar
"Ahora que has quedado destrozada en el mar, en las profundidades de las aguas, tus bienes y toda tu tripulación han desaparecido contigo." Ezequiel 27:34
El capítulo 27 del libro de Ezequiel es una profecía que expresa en forma de lamento lo que le sobrevendría a la ciudad de Tiro, una importante ciudad fenicia de la antigüedad. Ezequiel describe la ciudad como un puerto comercial próspero que ha acumulado riquezas a través del comercio con naciones de todo el mundo.

Un aire de invencibilidad llenaba el espíritu de este pueblo, habiéndose convertido en el deseo de los reinos circundantes, quienes ansiosamente se aventuraban a establecer relaciones comerciales con ellos debido a sus grandes riquezas y prosperidad. Todo metal codiciado, toda piedra preciosa, caballos, corceles, los mejores mantos, y las especias más valoradas, todo era entregado a cambio con tal de obtener algunos de los productos que abundaban en esa tierra. ¿Qué podría hacer caer a este poderoso reino? (v. 12-24).

Repentinamente, algo la haría caer, y las exclamaciones de las naciones vecinas ya no serían de alabanza y admiración, sino de sorpresa y horror. En enérgicos cantos dirían: “¿Quién como Tiro, como la destruida en medio del mar?” (v. 32).

La Sagrada Escritura nos descubre el dialogo interno en el que aquella nación se deleitaba: “Yo soy de perfecta hermosura” decía (v. 3), evidenciándose en estas palabras la raíz de un problema que se había desencadenado en lo profundo del corazón de este reino. Fue en su orgullo y exaltación que estos hombres no reconocieron que era Dios quien los bendecía y los colocaba en esa elevada posición.

Reflexión:
Este relato es el reflejo de un conflicto que se libra hoy en la mente de todo ser humano. Cada mañana y cada noche, tenemos el desafío de elevar nuestra mirada al cielo, y reconocer nuestra dependencia de Dios, recordando que es él quien hace posible en nuestra vida todo lo que poseemos, y no es nadie más que él, quien es digno de recibir cada día nuestra admiración.

Matías Abregú
Resumen y Compromiso
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