"Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias." Colosenses 2:7
Un agricultor plantó un árbol en tierra fértil y lo cuidó con dedicación. Sin embargo, aunque el árbol crecía, no daba fruto. Al investigar, descubrió que las raíces eran superficiales y no podían tomar los nutrientes necesarios. Así es nuestra vida espiritual si no estamos arraigados profundamente en Cristo.
El apóstol Pablo nos advierte en Colosenses 2 sobre las filosofías y tradiciones humanas que pueden parecer sabias, pero carecen de fundamento en Cristo. Antes de conocer a Jesús, vivíamos en pecado, incapaces de salvarnos. Pero al aceptar a Cristo, fuimos bautizados en una nueva vida y liberados de las cargas de los rituales y tradiciones que no podían salvarnos.
Cuando Jesús murió en la cruz, no eliminó la ley de Dios, sino los rituales ceremoniales que apuntaban hacia su sacrificio. Esos rituales ya no son necesarios porque Jesús, el verdadero Cordero de Dios, cumplió su propósito. Sin embargo, la ley moral de los Diez Mandamientos sigue siendo válida. No nos salva, pero nos guía a vivir en armonía con Dios y con los demás.
Nuestra salvación depende de lo que Cristo hizo en la cruz, no de nuestras obras. Él nos perdonó, nos dio vida y nos llama a vivir en libertad. Pero esa libertad no significa descuidar la obediencia, sino amar a Dios y guardar su ley como una respuesta de gratitud por su sacrificio.
Estar arraigados en Cristo también significa depender de Él en nuestras pruebas y luchas. Cuando enfrentamos dificultades, podemos confiar en que Él es nuestro sustento y fortaleza. Así como las raíces profundas de un árbol le permiten resistir las tormentas, nuestra conexión con Cristo nos ayuda a mantenernos firmes en medio de las adversidades. Al buscarlo cada día en oración y en su Palabra, nuestra fe se fortalece, y crecemos espiritualmente para dar fruto que glorifique a Dios.
Llamado:
Esta noche, pregúntate: ¿están tus raíces firmemente arraigadas en Cristo? ¿Tu fe se basa en Su Palabra o en tradiciones humanas? Recuerda que en Cristo encontramos vida, y su ley es la guía que nos lleva hacia el Padre.