Esta humildad, combinada con la sabiduría divina, no solo interpretó los sueños sino que también proporcionó una solución práctica para una crisis nacional inminente. La exaltación de José demuestra que Dios no solo nos da entendimiento para comprender las situaciones, sino también la capacidad para implementar soluciones que beneficien a otros.

Elena de White reflexiona sobre este momento decisivo: "De la cárcel, José fue exaltado a ser gobernante de toda la tierra de Egipto. Era un puesto honorable; sin embargo, estaba lleno de dificultades y riesgos... Su carácter había sido probado tanto en la adversidad como en la prosperidad. Se había manifestado la misma fidelidad a Dios cuando estaba en la cárcel que cuando estaba en el palacio del faraón" (Patriarcas y Profetas, p. 222).