"Haré de ti una gran nación; te bendeciré y te engrandeceré, y serás bendición."
(Génesis 12:2)
Las grandes bendiciones de Dios siempre están vinculadas a decisiones de fe. Abraham es un claro ejemplo de ello. Dios lo llamó a dejar su tierra y su familia para ir a un lugar desconocido, prometiéndole que de él surgiría una gran nación. Pero antes de recibir la bendición, Abraham tuvo que obedecer.
No siempre entendemos por qué Dios nos pide renunciar a ciertas cosas. A veces nos aferramos a lo familiar, a lo cómodo, incluso a lo que nos hace daño, por miedo a lo desconocido. Sin embargo, la obediencia es el camino que nos lleva a experimentar la fidelidad de Dios.
El precio de seguir a Dios
El llamado de Abraham implicaba sacrificios:
🔹 Dejar su tierra, su cultura y su familia.
🔹 Caminar sin un destino claro, confiando solo en la promesa de Dios.
🔹 Esperar con paciencia el cumplimiento de la promesa.
Pero por cada renuncia, Dios le entregó bendiciones mucho mayores:
🔹 Una nueva tierra y un propósito eterno.
🔹 Ser el padre de una gran nación.
🔹 Protección y provisión en su peregrinaje.
Elena de White lo confirma:
"Las promesas de Dios son plenas y abundantes, y no hay necesidad de depender de la humanidad para recibir fuerza" (Promesas para los Últimos Días, pág. 14).
Elena de White lo confirma: "Las promesas de Dios son plenas y abundantes, y no hay necesidad de depender de la humanidad para recibir fuerza" (Promesas para los Últimos Días, pág. 14).
Dios honra la fe
Abraham no sabía a dónde iba, pero confió. No tenía garantías humanas, pero creyó en Dios. Hoy, Dios nos sigue llamando a tomar decisiones de fe. Quizá nos pida soltar algo, cambiar de rumbo o esperar en Él. Puede que el camino parezca incierto, pero su fidelidad nunca falla.
Reflexión Final:
Dios no nos deja solos en el proceso. Cada decisión tomada en fe será recompensada abundantemente. Hoy, da el primer paso. Confía en sus promesas y camina en obediencia.