"Al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre del SEÑOR."
(Génesis 13:4)
Hay lugares en nuestra vida que marcan un antes y un después en nuestra relación con Dios. Para Abraham, Bethel fue uno de esos lugares. Fue allí donde edificó un altar y experimentó la comunión con el Señor. Pero con el tiempo, las circunstancias lo alejaron y terminó en Egipto, un lugar de decisiones equivocadas y consecuencias dolorosas. Sin embargo, Dios lo llamó a regresar a Bethel, para renovar su pacto y su fe.
El regreso a Bethel
A veces, en el caminar de la vida, nos alejamos del altar donde una vez buscamos a Dios con fervor. El ruido del mundo, las distracciones y las pruebas pueden enfriar nuestra fe. Pero Dios nos llama a volver, a redescubrir la comunión con Él y a restaurar lo que quizás se ha desgastado con el tiempo.
Elena de White nos recuerda: "Los sufrimientos que prueban nuestra fe nos llevan más cerca de Cristo, para que echemos todas nuestras cargas a sus pies" (Historia de los Patriarcas y Profetas, pág. 107).
Bethel representa el lugar donde nos encontramos con Dios, donde tomamos decisiones importantes y donde experimentamos su gracia y amor.
¿Dónde está tu Bethel?
🔹 Tal vez sea aquel día en que entregaste tu vida a Cristo.
🔹 O el momento en que tomaste la decisión de servirle.
🔹 Quizá sea un lugar físico, una iglesia, un campamento espiritual o un rincón especial de oración.
Dios nos invita a regresar, a reconstruir nuestro altar de adoración y renovar nuestra comunión con Él.
Reflexión Final:
Nunca es tarde para volver a Bethel. Dios sigue esperándonos con los brazos abiertos. Si sientes que tu fe se ha debilitado o que te has alejado, hoy es el día para regresar.