Culto

Vespertino

31 de octubre
Un libro digno de confianza
“La enseñanza que les dimos sobre el poder y el regreso de nuestro Señor Jesucristo, no consistía en cuentos inventados ingeniosamente, pues con nuestros propios ojos vimos al Señor en su grandeza.” 2 Pedro 1:16
Es probable que no sepas quién fue William Mitchell Ramsay, pero estoy seguro de que te interesará escuchar su historia. Ramsay (1851-1939) fue un arqueólogo e historiador inglés, ateo hijo de ateos, que intentó demostrar que la Biblia no es un documento serio y que todas las aseveraciones históricas que hace son falsas. Así que acudió a dos libros, el Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles, ya que en estos libros de la Biblia se mencionan muchos lugares, nombres y fechas que pueden ser fácilmente corroborados o desmentidos por las fuentes históricas seculares.

Para lograr su objetivo, Ramsay recorrió detenidamente las tierras bíblicas y se dedicó a investigar en ellas durante veinticinco años. Le resultó sorprendente comprobar por medio de sus excavaciones arqueológicas que 32 países, 54 ciudades y 9 islas mencionadas por Lucas en su segundo libro eran lugares reales. ¡Imagina la sorpresa que se llevó cuando se dio cuenta de que Hechos es un libro históricamente fiable!

En su vejez escribió: “Me propuse buscar la verdad en la frontera entre Grecia y Asia y la encontré allí [en los Hechos de los apóstoles]. Las narraciones de Lucas son más confiables que las de cualquier otro historiador y pueden soportar el escrutinio más minucioso”.

Después de su experiencia, William Ramsay, antiguo crítico de la Biblia, se dedicó a defender la veracidad del Nuevo Testamento, y su nombre ha pasado a la historia como uno de los grandes arqueólogos de todos los tiempos.

¡Cuánto poder tiene la Biblia! Puede transformar a los incrédulos en creyentes, y no solo eso, también puede hacerte apto para la salvación. La Biblia no es un libro de fábulas ni cuentos, es la Palabra de Dios. Si Ramsay fue transformado por las Escrituras, hoy puedes pedir a Dios que te transforme a través de la lectura de su Palabra. “Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de noche” (Josué 1:8).

Llamado:
La Palabra de Dios es un libro eficaz. Léela y serás sabio; créela y serás salvo; practícala y serás santo.
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